diciembre 26, 2005

Neocortex el mejor regalo

“La novedad antropológica que nos define como especie no especializada es el obrar no meramente instintivo o reflejo sino intencional, es decir, la capacidad de acción: la práctica. Sin intención no hay acción".
Fernando Savater
En el editorial del mes pasado (*ver nota al final), dije que la mejor manera de evitar un paro cardiaco era evitando el estrés, pero no dije como hacer tal proeza, que aunque se trate solamente de saber tomar las cosas con calma, no es tan fácil como se oye (si, recibí quejas y si, alguien lo leyó).
En este mes trataré de hacerles un regalo para que puedan realizar más fácil la tarea de evitar emociones negativas tan comunes en estas fechas… y en las demás también.
Seguramente todos hemos escuchado alguna vez disertar sobre la razón y la pasión y las conclusiones deben haber sido en favor de esta última, pero esta vez trataremos de inclinar la balanza a favor de la razón y es que es ésta lo que realmente nos distingue como seres humanos, ya que ni siquiera el ADN parece separarnos lo suficiente de un gusano o de una cabra (existe menos de 5% de diferencia genética entre el hombre y lel chimpancé y no mucho mayor que los gusanos).
Cuando reaccionamos de forma violenta o con miedo o tensión ante una situación, lo que pasa en nuestro organismo es bastante parecido a lo que les pasaba a nuestros antepasados prehistóricos cuando se topaban de frente con un tigre dientes de sable y de alguna forma nuestro cuerpo aún sigue reaccionando igual, aunque el peligro sea mil veces menor, cuando sentimos miedo repentino la sangre fluye con mayor rapidez hacia los huesos, de forma que podamos huir del peligro lo antes posible, en cambio cuando nos sentimos agredidos, es hacia los músculos hacia donde fluye la sangre de forma que seamos mas fuertes para enfrentar las amenazas, pero tanto en un caso como en otro, y aún cuando estas amenazas sean ficticias, el organismo reaccionará de la misma manera, ya que estas reacciones se originan en el sistema límbico, que es la parte del cerebro mas primitiva y donde están guardados los recuerdos del hombre de las cavernas; pero la última aportación evolutiva y que es exclusiva del hombre y de los mamíferos mayores (y la mayoría de los primates) es el neocortex.
A esta pequeña parte del cerebro le debemos la capacidad de raciocinio o de interpretación de las emociones (que hacer con ellas) y aunque es usada constantemente de forma superficial para poder entender el mundo en que vivimos, rara vez la usamos para matizar las emociones negativas como el estrés o la respuesta ante un insulto.
¿Suena demasiado científico o técnico? En realidad no lo es, ya que estamos hablando simplemente de quitarle justificación a la mayoría de las emociones que sentimos diariamente; cuando sentimos estrés y creemos arrogantemente que esto es porque somos personas ocupadas e importantes, en realidad sólo estamos actuando como un becerro al que llevan al matadero –así es, también los animales sienten estrés de hecho es mas una emoción animal que humana-, de la misma forma podemos hacer analogías entre otras emociones y los comportamientos de diferentes depredadores o depredados, ya que todas ellas son simples pasiones (si es que las pasiones son simples) llamadas también instinto de conservación o de sobrevivencia.
A lo que se refiere Savater en la cita del inicio, cuando dice: “que nos define como especie no especializada” es a que los demás animales tienen sus respuestas condicionadas por el instinto desarrollado por la evolución, ellos no pueden fallar aunque quieran y tampoco pueden intentar otra respuesta diferente, ellos tienen las respuestas grabadas en el sistema límbico, mas no así los humanos, como no somos especialistas en nada (no somos velocistas, no somos nadadores, no somos voladores, no somos trituradores) podemos escoger entre un cúmulo de respuestas inmenso, eh aquí la gran diferencia del humano racional, la capacidad de elegir.
Podemos enfrentarnos a los mas variados desafíos y salir adelante gracias a nuestra no especialización, en cambio si ponemos a un tigre en el mar no sobreviviría mucho tiempo o si ponemos a un tiburón en el desierto pasaría lo mismo, no están programados para estos entornos, pero el hombre si puede sobrevivir en cualquier entorno porque no esta limitado por su programación, puede elegir.
Desafortunadamente la mayoría de las personas solamente respondemos a los desafíos diarios con la limitación heredada del primer homosapiens, es decir con el sistema límbico infrahumano, sin llegar a sacar provecho del gran potencial del neocortex que es analizar las posibles respuestas ante un desafío ya sea menor como saber que sentir o como reaccionar en un embotellamiento inevitable o ante una situación mayor como un divorcio o la pérdida de un ser querido.
De lo que estoy hablando aquí es del conocido “contar hasta diez”, pero no solamente para dar tiempo a que pase la emoción, sino para procesarla en el neocortex y decir: “Está bien, me despidieron, pero ¿cuanta es mi responsabilidad en esto? ¿Cuales son mis opciones? ¿Que gano con lamentarme e insultar a mis compañeros? ¿Cual es la actitud que me representa mas dividendos a largo plazo, negociar o pelear? ¿No será lo mejor para mi después de todo? ¿Sirve de algo el que me deprima por un mes? ¿Y es esto inevitable?”.
Así que después de todo no somos simples víctimas de las emociones o de las pasiones, sino que podemos elegir como queremos sentirnos, aunque suene trillado y simplista, esto no le quita nada de verdad al concepto, quizás la primera respuesta sea al nivel de las ovejas, pero la segunda es superior y lo que nos justifica como seres pensantes y con opciones que los animales no tienen (no se tome como un insulto a los animales, en realidad estos son también superiores, sobre todo asados a la parilla y con una salsa de champiñones) esto es el uso privilegiado de una parte del cerebro casi sin estrenar, el necortex.
Pero no me malentiendan, no se trata de tomar a las pasiones como algo negativo, se trata mas bien de saber combinarlas con la razón; fue la pasión la que logro que Miguel Ángel pintara la capilla sixtina y fue la pasión la que logro los cuadros de Van Gogh o la música de Mozart o Bethoven, pero sin lugar a dudas que esta pasión no pudo haber dado frutos sin los elementos reflexivos de la razón.
Así que el regalo para esta navidad es tener presente de vez en cuando que podemos usar una parte del cerebro que casi nunca usamos, el neocortex y que este nos puede representar un mejor vivir, no para pasarnos la vida razonando nuestras acciones, sino para tomar las mejores decisiones en los momentos clave y esto nos permita vivir mas plenamente nuestras pasiones.
En estas fiestas navideñas y de año nuevo, les deseo que sean capaces de entrenar (estrenar) su nuevo regalo, el neocortex y que como dice Lou Marinoff (Preguntale a Platon) "que tu vehiculo sea la pasion, pero que sea la razón quien lo conduzca".

Juan Carlos Bujanda Benitez

* Este articulo se publico originalmente en Visionario (www.cehlider.org/visionario) en diciembre del 2003

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